sábado, 4 de julio de 2015

Misofonía o 3S


Hace un tiempo os hablé acerca de la misofonía, mi gran padecimiento psíquico. Y como últimamente he notado que mis ataques de misofonía han ido aumentando, y que nuevos sonidos se han añadido a mi lista negra, he decidido explicaros con más detalle qué es la misofonía y cómo funciona realmente.

Empezaré diciendo que el término "misofonía" no es del todo correcto. La palabra viene del griego μισός (odio) y φωνή (voz, sonido), por lo que significaría literalmente "odio al sonido". El problema es que los síntomas no solo tienen que ver con la voz o sonidos, sino también con gestos, movimientos o incluso con personas en general

Además, y hasta donde he podido comprobar yo mismo, la misofonía no es algo aislado, sino que va enlazada a trastornos de hiperacusia, ansiedad y TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo). Algunos doctores lo llaman Síndrome de Sensibilidad Selectiva al Sonido, pero yo lo llamo Síndrome de Sensibilidad Selectiva o 3S (sin "Sonido", porque como he dicho antes, no solo afectan los sonidos, sino también gestos o movimientos)

Hay que decir que apenas hay estudios sobre la misofonía, y que es desconocida por la mayoría de médicos y psicólogos. Fue reconocida como enfermedad en 2010, y en 2013 se catalogó como desorden psíquico. Y NO TIENE CURA.


¿CUÁNDO Y CÓMO SURGE EL 3S?

Entre los 8 y los 12 años empiezan a aparecer los primeros síntomas. Vas dándote cuenta de que algunos sonidos (estornudos fuertes, respiraciones, ruido al masticar, crujir de huesos) o algunos gestos (ver a alguien mordiéndose las uñas, metiéndose el dedo en la nariz, rascándose) te ponen de los nervios, pero tampoco lo consideras una enfermedad, sino una simple manía que te ha entrado, y que con el tiempo se irá. 

La mayoría de sonidos y gestos que te molestan (o sonidos disparadores) son aquellos que producen tus propios familiares. Al estar conviviendo con ellos día y noche, solo estás expuesto a sus sonidos y sus gestos, por lo que llega un punto en que los catalogas como repetitivos y molestos. En cambio, tu amigo del colegio también puede producir esos ruidos o incluso otros más fuertes, pero al no estar conviviendo día y noche con él, tu mente no lo cataloga como negativo.

Y algo curioso es que los sonidos y gestos de tus padres te afectan mucho más que los de tus hermanos. ¿Por qué? Porque tus hermanos, al ser de tu misma edad y al haber confianza, les puedes decir perfectamente "¡PARA YA DE HACER RUIDO!", y no se enfadan. Sin embargo, hay algo que nos impide decírselo a nuestros padres. De hecho, si les dices a tus padres que dejen de hacer un ruido que te molesta, seguramente te digan "Qué delicao eres" o "Qué manía tienes", no te harán ni caso y seguirán haciendo ese ruido incluso más frecuente y más fuerte que antes. Y ahí es cuando nace el 3S.

Entonces, desde la primera etapa de la juventud uno ya va añadiendo sonidos y gestos a su lista negra. Y se llama Síndrome de Sensibilidad SELECTIVA, porque no es una sensibilidad a todos los sonidos y gestos, sino a una SELECCIÓN CONCRETA que tu mente hace. Tú realmente no tienes autoridad sobre esto; tu cerebro es quien dicta qué sonidos le gustan y cuáles odia. ¿En qué se basa? Ni idea.


EL 3S AFECTA A TU SOCIABILIDAD

La larga exposición a estos sonidos y gestos va forjando en ti un rechazo hacia ellos. Y como los emisores de dichos sonidos y gestos no se dan cuenta, y tampoco es que les importe si te molestan o no, no solo tienes rechazo hacia los sonidos y gestos, sino también hacia los emisores.

Esto afecta gravemente tus relaciones sociales. Tienes miedo de reunirte con ciertas personas porque sabes que emiten sonidos que te molestan, y que vas a pasarlo mal. Entonces, para autoprotegerte, decides evitar al máximo el contacto con dicha persona. Sobre todo cuando tus padres te dicen: "Venga, que hoy salimos todos juntos a cenar", y tú piensas: "Señorcico mío de mi vida y mi corazón, se avecina tormenta"

Y es curioso (y gracioso a la vez), porque cuando la fiesta está en paz, cuando no hay ruidos de por medio, es como si no tuvieras 3S en absoluto. Eres simpático, agradable y muy sociable con todos. Pero en cuanto empiezan los ruidos... Ay, páharo, cuando empiezan los ruidos. En cuestión de milisegundos te vuelves borde, agresivo y apenas quieres contacto con los demás. Tu estado de ánimo cambia tan bruscamente que la gente hasta se asusta. Y ese es el 3S entrando en acción.


¿CÓMO FUNCIONA EL 3S?

El comportamiento del 3S es tan complejo que se puede dividir en varias fases. Voy a intentar explicaros cómo es el funcionamiento del 3S desde el momento en que empiezas a mosquearte hasta que llegas a las autolesiones (y no, no es broma).

FASE 1: CALMA
Todo va bien. No hay malos sentimientos, no hay ruidos: solo hay paz

FASE 2: SONIDO O GESTO DISPARADOR
Cuando más tranquilo estás, y cuando piensas que la vida es perfecta, alguien emite un sonido o hace un gesto que despierta tu sistema nervioso. Seguramente, ese sonido o gesto sea uno de los que previamente habías añadido a tu lista negra.

FASE 3: ALERTA
Tu mente se ha puesto en guardia al escuchar ese sonido, pues tu cerebro ha dado la orden de que ese sonido o gesto es algo hostil y nocivo para ti. A partir de este momento, tu cuerpo se calienta y tus nervios se aceleran. Tus músculos se tensan y la expresión de tu cara se pone mucho más seria. 

-> Dentro de la fase de alerta, aparece la HIPERACUSIA: tu sensibilidad auditiva aumenta. Tu cerebro da la orden a tus oídos de bajar el volumen a los sonidos comunes y subírselo a los sonidos disparadores. Así, aunque estés en un sitio con mucho ruido de fondo, tus oídos son capaces de escuchar el sonido disparador. Aunque la otra persona esté separada de ti por 5 tabiques de hormigón, con la hiperacusia eres capaz de escuchar sus ruidos. No me lo explico, pero así es.

-> Junto a la hiperacusia, aparece también el TOC (TRASTORNO OBSESIVO COMPULSIVO): te invade la ansiedad y te obsesionas por todo lo que te rodea, especialmente por los sonidos o gestos disparadores. Lo más lógico si te molesta un sonido o gesto, es que lo quieras evitar, pero el TOC te provoca el deseo de querer escucharlo; y si no lo escuchas, lo buscas. Con el TOC, tu estado de nervios pasa a ser inestable y tú te pones de muy mala leche

En la fase de alerta tienes miedo, tienes pánico: todos tus sentidos se activan al máximo y se ponen en guardia porque saben que en cualquier momento el sonido puede volver a repetirse. 

FASE 4: BROTE
Entonces... ¡ZAS! El sonido o gesto disparador vuelve a sonar, y tu sistema nervioso pega una descarga de unos cuantos kilotones. Te cabreas, te pones muy nervioso y deseas liarte a palos con todo el cosmos. Tu temperatura corporal aumenta y tus mandíbulas se tensan. Resoplas y tu respiración se agita. Pero aun así, no te atreves a decirle a "esa persona" que pare de hacer el ruido, porque en el fondo estás deseando que lo haga una y otra vez. El 3S también tiene síntomas de masoquismo y exposición voluntaria a lo nocivo.  

FASE 5: ANSIEDAD
Tu sistema nervioso ya está descontrolado, y poco puedes hacer para calmarte. Sabes que es cuestión de tiempo que el ruido vuelva a emitirse, y estás en alerta máxima

-> Dentro de la fase de ansiedad, buscas la atención del emisor del sonido o gesto, para que se dé cuenta de que te molesta. Haces movimientos bruscos, lanzas miradas asesinas e incluso golpeas algo para que la otra persona te mire... Pero en realidad la otra persona no tiene ni idea de lo que está pasando, porque no le has dicho que sus ruidos te molestan. 

-> Además, recurres a la imitación del sonido o gesto disparador. Tu mente ha pillado tal descontrol, que empiezas a usar el masoquismo como vía de placer. Aunque odies el sonido disparador y te produzca una rabia inhumana, tú mismo repites el ruido y los gestos de la otra persona, lo imitas (normalmente NO en su presencia, sino en una habitación aparte). Al imitarlo, sientes alivio, sientes un poco de calma, porque piensas que estás atacando directamente al sonido, y que además estás burlándote de quien ha hecho el sonido. Y eso te da gustillo.

FASE 6: AUTOLESIÓN
En algunas ocasiones, también te ves obligado a recurrir a la autolesión como método de alivio: al verte con impotencia frente al sonido, al ver que no puedes controlar tus reacciones y que lo único que haces es destruirte poco a poco, te golpeas. Te pegas cepazos en la cabeza, o collejones, o incluso te pellizcas hasta que te quedas sin pellejo, como castigo por tu estúpida reacción involuntaria. Así al menos liberas tu ira de alguna forma. 

FASE 7: VUELTA A LA CALMA
Una vez que la situación se calma, que te alejas de esa persona o ese lugar, la ansiedad y la mala actitud te seguirá acompañando al menos durante unas horas. Pero claro, si cuando has vuelto a la calma, vuelves a escuchar el sonido disparador, el proceso vuelve a empezar.

Y esa es mi vida, zagales. He de decir que estoy hasta las gónadas ya de tanto ruido y de no poder controlar mis reacciones. Solo quiero llevar una vida normal y poder relacionarme con gente sin tener pánico a sus sonidos. 

Todavía no sé cómo lo haré con mi esposa, cómo podré convivir con ella y con sus ruidos sin querer saltar por la ventana... 
Pero bueno, ya veremos. 

domingo, 12 de abril de 2015

Sobrealteración actitudinal

El comportamiento de una persona cambia dependiendo de dónde o con quién esté. Uno no se porta igual cuando está en la cafetería con su mejor amigo, que cuando está en el asilo con su abuelo. Pero hay algunos seres humanos que se dejan afectar demasiado por el entorno, y que son capaces de transformarse en una persona totalmente diferente en cuestión de milisegundos:

La sobrealteración actitudinal ocurre cuando una persona se siente observada, creyendo que alguien está pendiente de ella y de su comportamiento, lo que provoca en dicha persona la necesidad de sobreactuar o fingir una actitud perfecta para que aquellos que están pendientes de ella, se sientan atraídos y le admiren.

En otras palabras, que cuando alguien se da cuenta de que otro le está mirando, su comportamiento cambia drásticamente y se vuelve imbécil al momento. Y todo porque sabe que alguien le está mirando, y no puede permitirse quedar mal delante de él. 

Si voy con mi amigo Juan por la calle hablando sobre Star Trek, y pasamos por delante de un grupo de chicas, mi amigo Juan se altera y su forma de hablar cambia. Incluso cambia de tema para que las chicas no le escuchen hablando de Star Trek y no lo tomen por friki. Él quiere gustarle a las chicas, y por eso cuando pasamos por delante de ellas, él cambia su actitud haciéndose el interesante y el duro. Luego, una vez pasamos el grupo de chicas y seguimos andando, él vuelve a la normalidad y seguimos con nuestra conversación sobre Star Trek por donde mismo lo habíamos dejado. Y ahí vemos cómo Juan se ha visto afectado por la sobrealteración actitudinal. Cuando ha visto que alguien le estaba mirando, ha cambiado. Cuando ya no le miraba nadie, ha vuelto en sí. 

Esto se empeora cuando aquel que te observa, es aquel que te gusta. Cuando notas que ese "alguien" que te gusta te está mirando, inmediatamente tu comportamiento y tú os volvéis imbéciles.

Si estoy con mi amiga Laura en el metro, y detrás de ella hay un tío que le gusta, ya debería ir perdonando a Laura por la actitud de idiota que va a tener en los próximos minutos. Laura, para captar la atención del muchacho y gustarle, empieza a sonreír más de lo normal. Cuenta chistecitos que le provoquen risa, porque piensa que sonriendo el muchacho pensará "Oh, qué risueña, me encanta cuando sonríe", cuando en realidad el tío está pasando de su cara. Además, cuando Laura se ríe, no lo hace de espaldas a él, sino de perfil y enseñando su perfil bueno, para que el muchacho la vea bien. Aparte de sonreír exageradamente sin motivo, también pierde el hilo de sus conversaciones porque solo está pendiente de gustarle al otro y que él la vea bien, y no de lo que está hablando contigo. 

Yo veo que Laura se pone tonta, que se ríe ella sola sin motivo ninguno, que cuando hablamos fuerza su voz para decir las cosas bien y para colmo lo hace subiendo el volumen para que el muchacho la escuche... Y ese cambio en su forma de ser, me asusta.

( FFFFFSHHHHHH )

Las puertas del metro se abren y el muchacho se va. Ahora Laura empieza a hablar conmigo como si no hubiera pasado nada, y con el mismo comportamiento de siempre. WTF. Eres más falsa que Judas el Iscariote y to' su simiente. ¿Te crees que no me he dado cuenta? ¿Te crees que el muchacho no se ha dado cuenta de que estabas intentando cortejarlo? ¿Te crees que todo el vagón del metro no se ha dado cuenta de tu drástico cambio de actitud cuando estaba el muchacho detrás y cuando no? Has sido víctima de la sobrealteración actitudinal, Laurica mía. S'ha notao.

Debería importarnos bien poco el quedar bien delante de los demás o gustarles. 
No porque haya alguien al lado tuyo tienes que volverte más guapo, más culto o más gracioso así de golpe. 
Si no le gusta lo que ven, viento fresco.

miércoles, 25 de febrero de 2015

Encasillamiento obsesivo

Madre solo hay una. Pero algunos se empeñan en ser tu segunda, tu tercera o incluso tu cuarta madre, creyendo que tienen tutela sobre ti y que pueden controlar tu vida y tus planes al milímetro. Este tipo de seres humanos, además, no ve posible que una persona pueda cambiar. El artículo de hoy lo dedico a hablar de algo que me toca la moral a mí, y cada día a más gente... El encasillamiento obsesivo:

"Una persona, por medio de la observación y del trato contigo, aprende sobre tu ritmo de vida, tu forma de ser y tu rutina diaria, encasillándote en ella y usando esos conocimientos como herramienta de control sobre ti." 

Los partícipes del encasillamiento obsesivo creen que saben más de tu vida que tú mismo. Saben a qué hora te despiertas, a qué hora te vas a la cama, qué tomas para el desayuno e incluso la marca de ropa que usas. En sus mentes crean esa imagen de ti, y a partir de ese momento empiezan a ejercer control sobre tu persona y sobre tu día a día.

Digamos que Marta sabe mucho de mí, y es partícipe del encasillamiento obsesivo. Sabe que normalmente me voy a la cama a las 23h, y un día cualquiera ve que a las 23h15 estoy "en línea" en WhatsApp. Eso es algo que no le encaja, que no puede soportar. Ella ya tenía mi rutina analizada y controlada. No es posible que a las 23h15 esté despierto cuando normalmente me voy a la cama a las 23h. Entonces, como la situación se le ha escapado de las manos, y el no tenerme controlado puede causarle agobio existencial, acude a mí por WhatsApp, diciendo...

Marta: "Cómo es que estás despierto a esta hora? Qué te pasa?"
Yo: "Qué me pasa de qué, estoy hablando con gente"
Marta: "No sé, es que como siempre te vas a dormir a las 23h y ya se han pasado..."

Pero vamos a ver. A ti qué más te da a la hora que me acueste? Qué te importa a ti si me quedo 15 minutos más con el móvil? Qué complejo de madre tienes sobre mí, que tienes controlado cada acto de mi vida?

Digamos también que Marta sabe que normalmente por las mañanas salgo a hacer deporte y toco un poco el violín. Al día siguiente...

Marta: "Qué, cómo te ha ido la mañana? Qué has hecho? Deporte y tocar el violín?"
Yo: "No, he ido a pescar besugos"
Marta: "Calla, síiiiii? Eso no lo sabía... Es que como normalmente sales a hacer deporte y tocas el violín, pues no sabía"

Pero a ver. Te quieres callar ya? Déjame. Que te calles. Que no me controles. Que por la mañana hago lo que quiero y por la tarde más de lo mismo. Que ayer saliera a hacer deporte no significa que lo vaya a hacer todos los días, y que no pueda cambiar...

Y es que para los partícipes del encasillamiento obsesivo, la imagen que tienen de ti no puede cambiar bajo ningún concepto.

· Si toda tu vida has usado ropa Nike y un día te ve con ropa Adidas, le vas a romper los esquemas y te va a decir "Cómo tú con ropa Adidas?"

· Si toda tu vida has estado desayunando Special K y un día te ve desayunando una napolitana, le vas a romper los esquemas y te va a decir "Cómo es que hoy no desayunas Special K?"

· Si toda tu vida has estado sonriendo y un día te ve triste, le vas a romper los esquemas y te va a empezar a dar el follón con preguntas tipo "Qué te pasa? Estás bien?"...

Déjame. Cállate. Ocúpate de ti, y respeta mi espacio vital.
Sal de tu encasillamiento obsesivo y deja de controlar a los demás.
Lo que dije ayer puedo cambiarlo hoy.
Todo se mueve, todo cambia.

sábado, 21 de febrero de 2015

Humildad Boomerang

Todos sabemos que el presumir y el fliparse vienen implícitos en nuestro ADN humano: son actitudes que no podemos eliminar, pero que sí podemos controlar. Debemos ser humildes y dejar que nos alaben otras personas, y no nosotros mismos. Y esto debe surgir de forma natural. Si los demás dicen cosas buenas de nosotros, debe ser porque ellos de verdad lo sienten, y no porque nosotros le pidamos que lo hagan. Sin embargo, hay algunos humanos que, ansiosos por recibir elogios y buenas palabras de los demás, usan la técnica de la Humildad Boomerang:

"Cuando alguien quiere que se digan cosas buenas de él, usa una falsa humildad, autodespreciándose, para forzar a la otra persona a decirle que está equivocado y así recibir el elogio que tanto desea."

Por ejemplo, Laura canta muy bien y lo SABE. Un día le piden que cante en público. Ella se hace la recatada, diciendo cosas como "ay, me da vergüenza" o "ay, es que canto muy mal". Laura empieza a cantar, y al terminar pone cara de agobio y dice "qué mal... canto fatal", para que la gente le diga que no, que en realidad canta muy bien. Se arrastra para conseguir los elogios del público y aumentar su ego. 

Otro ejemplo. En una pareja, la chica dice: "Ay, cariño, qué gorda me veo". Ella SABE perfectamente que está delgada, e incluso ha perdido kilos, pero quiere que su novio le diga que está muy bien. Ella ansía ese piropo, y usa la Humildad Boomerang, diciendo: "Madre mía, estoy hecha una foca". El pobre muchacho, sabiendo que su respuesta puede causar el máximo caos o la máxima gloria, le dice: "Nooooooo, estás muy bien... A mí me gustas tal y como estás". Ya está, la muchacha ha recibido su piropo y ya es feliz. Pero para ello, primero ha tenido que autodespreciarse, creando una situación muy comprometida en la que su novio no tenía más remedio que darle ese piropo que tanto ansiaba, o morir.

Qué debemos hacer en estos casos? Debemos saciar el deseo de estos pseudohumildes? O debemos atacarles directamente en el centro y romper sus oscuros designios? 

Si Laura quiere que le digas que canta bien, deberías caer en su trampa y decirle "Sí, cantas fenomenal"? O deberías frenar su ego y decirle "Pues a mí no me gusta"? Si tu chica te dice que "está poniéndose gorda" para que le digas que no, deberías decirle que sí, que efectivamente se está poniendo hecha un Snorlax? O deberías darle todo lo que pide y elogiarla aun cuando sabes que es mentira?

La Humildad Boomerang es igual o peor que el orgullo. Exigir los elogios de otra persona no tiene ningún mérito. El mérito está en que uno te admire y te elogie por su propia voluntad, y no porque tú le hagas una pregunta incómoda y no tenga más remedio que darte lo que pides.

jueves, 19 de febrero de 2015

Inclusión de consuelo

El ser humano tiene un instinto parasitario bastante fuerte. Tiene la necesidad de incluirse en la vida de los demás para sentir que pertenece a algún sitio, aun cuando la otra persona no daría ni un duro por él. Tras un tiempo de observación, os presento la inclusión de consuelo:

"Cuando alguien tiene un problema o se siente solo, tiende a involucrar a otra persona en sus problemas y a usar el "nosotros" para no sentirse solo, aun cuando la otra persona no tiene nada que ver con su problema."

Por ejemplo, alguien está pasando por una mala racha y acude a ti por WhatsApp. Le preguntas que qué le pasa (por puro compromiso, ya sabéis) y te empieza a contar sus problemas: que si está agobiado por los exámenes, que si tiene problemas con un amigo, que si la novia le ha dejado... Y tras darle unas palabras de consuelo, te dice: "Madre mía... Estamos fatal, eh? Nos pasa de todo". Ya estamos con la tontería. Ya estamos con la inclusión de consuelo. Vamos a ver, nenico... ESTAMOS? NOS? El que está fatal eres tú, a mí no me metas. Si a ti te hace sentir mejor el incluirme a mí en tu problema, muy bien. Pero yo no tengo nada que ver con tu problema, y es más, no me importa tu problema. No digas "estamos fatal" para consolarte, porque el único que está fatal eres tú. Yo estoy perfectamente y tú estás invadiendo mi espacio y mi identidad. Vamos a tener la fiesta en paz.

Otro ejemplo. Unas horas antes del examen, le preguntas a tu amigo si ha estudiado y te dice que "no mucho", y que "lo lleva mal". Luego te pregunta él a ti, y tú ya no puedes decir que lo llevas bien porque le harías sentir mal, entonces usas la mansedumbre y le dices "bueno, no sé... ya veremos en el examen, a ver cómo sale", dejando la incógnita de si lo llevas bien estudiado o no para no hacerle sentir mal, aunque en el fondo sabes que vas a hacer un examen perfecto. Termina el examen y tu amigo se acerca a ti y te dice: "Madre mía tío, qué desastre... Nos veo en septiembre"...

... NOS? A septiembre irás tú, hijo mío. A mí no me metas. Si tú has hecho un examen horrible y vas a suspender, pobre de ti, pero a mí no me involucres. Vale que te sientas mejor teniendo compañía en tus problemas, pero no. STOP. ARRÊTE. ΣΤΑΜΑΤΑ!

Y así. Este parasitismo a menudo viola el espacio vital de los demás, causando caos y agobio en la otra persona, por lo que mejor sería no usar el "nosotros" cuando en realidad soy solo "yo".

Yo soy yo y mi circunstancia... No tú y las tuyas. 

miércoles, 28 de enero de 2015

Pseudoconsolación

Los humanos sois los amos con esto de la pseudoconsolación:
Cuando alguien está pasando por un mal momento o tiene un problema, uno intenta consolarlo por medio de frases motivadoras y bonitas, aun sabiendo perfectamente que son mentira y que todo va a seguir igual o incluso peor.
Lo vemos a menudo en las películas, cuando alguien está al borde de la muerte (y todos sabemos perfectamente que se va a morir porque tiene un tiro en la sien y la sangre sale cual chorro de aspersor) y viene otro a darle consuelo, diciéndole cosas como "Tranquilo, todo irá bien" o "Sé fuerte, no vas a morir". Eres cruel. Juegas con los sentimientos del moribundo prometiéndole algo que no va a tener, haciéndole ilusiones para luego romperle aún más el corazón. Sería mejor que te callaras, y le dieras un último abrazo o le dijeras tus últimas palabras, en vez de intentar pintarle un mundo de rosas que tanto tú como la otra persona sabéis que es falso. Tú le estás diciendo "Todo va a salir bien", y el otro estará pensando "Pos no ves que no? Pos no ves que estoy ya casi desangrao? Cállate y déjame que me muera ya, pijo".

Con la situación actual en España, a menudo escuchamos a otros quejarse en plan "no tengo trabajo, y no me llaman de ningún sitio" o "ahora mismo no sé qué hacer con mi vida". Y no falta el pseudoconsolador que viene a lamerte la oreja diciéndote que "todo va a ir bien", "ya verás como encuentras algo" o "tengo yo el pálpito de que pronto vas a conseguir trabajo". Como si tus pálpitos me importaran algo a mí. Como si tuvieras dotes proféticos sobre mi vida. No va a ir bien, y lo sabes. Y está bien eso de alegrar a la persona en el momento y que se anime, pero esa misma alegría y ánimo desaparecerán en cuestión de minutos al volver a la realidad y salir de la "nube ilusoria" que le has creado. 

Si no se está seguro de si algo va a salir bien o no, es mejor no decir nada. Nuestras palabras tienen la mala costumbre de quedarse almacenadas en la mente de otras personas, y cuando no se cumplen, una alarma suena en la mente de otros diciendo: "ALERTA: MENTIRA DETECTADA", creando un resquemor hacia quien les dijo aquello y no volviéndose a fiar de nadie. En cambio, si lo que dijo cierta persona acaba cumpliéndose, otra alarma sonará en sus mentes, pero esta vez diciendo: "TENÍA RAZÓN", creando gran confianza en esa persona.

Cuando estéis mal y alguien os venga con pseudoconsolación, andaos con mil ojos y no creáis todo lo que os dicen. Mantened los pies en la tierra y no dejéis que os eleven a las nubes ilusorias, porque tarde o temprano vais a caer de ellas, y eso implica pegarse un cepazo sublime contra el suelo

Ser optimista implica también ser realista; el optimista que no es realista es iluso y anda sobre tierra movediza. El optimista sabe que la cosa va mal, pero aun así se esfuerza por ver la parte buena de todo: quiere aprender de las pruebas, progresar con las dificultades y usar las malas experiencias para evitarlas a tiempo la próxima vez que se presenten. Tiene una BUENA ACTITUD a pesar del caos que le rodea. En cambio, el iluso crea un falso optimismo para engañarse y hacerse creer que no hay ningún problema, que todo va e irá bien: el iluso se ciega a sí mismo y presume de ser feliz y positivo, aunque tarde o temprano caerá de su nube ilusoria y se dará cuenta de la realidad. Pensar que "todo va bien" no hará que todo vaya bien.

Seamos realistas y aceptemos las cosas como son.
El mundo está mal e irá a peor.
Sobrevivir o no depende de nuestra actitud.

domingo, 25 de enero de 2015

La Teoría de la Desmejora de Ausencia (#TDA)


A mediados de 2011, mi querido Dani Seguí y yo sufrimos algo que nos cambió la vida: nuestras novias nos dejaron prácticamente a la misma vez, dejándonos a ambos desolados y sedientos de venganza. Nuestras mentes analizaban a menudo los comportamientos de las hembras que nos rodeaban, y una de las teorías que más nos llamó la atención fue la "Teoría de la Desmejora de Ausencia" (o TDA):
Desde el momento en que dejemos la relación, nuestro ex irá perdiendo cada vez más su atractivo hasta acabar siendo un horrible ser que nos hará cuestionarnos "cómo estuvimos para salir con él". Nuestro ex sufrirá una desmejora debido a nuestra ausencia en su vida.
En junio de 2013 nos juntamos para hacer una representación humorística de esta teoría y de paso presentarla al mundo: el vídeo contaba la historia de dos muchachos que vieron a sus ex tiempo después de que ellas les dejaran; y tan horribles se habían vuelto, y tan grave fue el impacto, que ambos tuvieron que ser ingresados en un Centro de Rehabilitación, del que salieron con graves secuelas.

Esta decadencia de atractivo empieza en el momento en que termina la relación, y se sigue prologando hasta el punto en que nos da hasta mal rollo pensar que en un momento fue nuestra pareja.

Cuando te enamoras de una persona, todo lo que hace te parece perfecto. Ella te parece preciosa desde todos los ángulos (incluso mirándola desde abajo, con los orificios nasales en primer plano), y todos sus actos parecen inyectarte amortentia en vena. Pero desde el momento en que te deja, todo lo que considerabas bueno se vuelve odioso, y cuanto más pasa el tiempo, ves como ella va empeorando. Y sí, la Teoría de la Desmejora de Ausencia decreta que tu ex empeora por estar lejos de ti: cuanto más se distancie de ti, más horrible se vuelve. Tú eres lo que la mantiene en un estado óptimo de jamoneo, pero cuando te vas de su vida el jamón empieza a volverse duro y rancio: sus mofletes empiezan a inflarse, su cara se llena de arrugas, su cuerpo se vuelve flácido y pierde su sexappeal, y hasta su nombre te repugna. Y todo porque ella te dejó. Si hubiera seguido contigo, su belleza seguiría intacta, pero ella prefirió su "libertad" a su belleza y te dejó, activando la Desmejora de Ausencia en sus carnes y causando un importante declive en su atractivo.

A día de hoy, ver fotos de mis ex me alegra, porque veo cómo se han desmejorado por mi ausencia; y me regocijo en saber que mientras su atractivo disminuye peligrosamente, el mío aumenta sobremanera.

Cuando nuestra pareja nos deja, no solo nos pierde a nosotros, sino que también pierde una parte de sí... 
Su atractivo.

sábado, 24 de enero de 2015

Profesionalidad degenerativa

Hay un gran número de humanos que no sabe usar su conocimiento con sabiduría: cuanto más sabe, más insoportable y pedante se vuelve. En lugar de mantenerse humilde y disfrutar de sus conocimientos en privado, parece que si no presume y menosprecia a quien tiene menos conocimientos que él, no se queda a gusto.
Este comportamiento lo he bautizado con el nombre de "profesionalidad degenerativa" (o "volverse más imbécil cuanto más sabes"):
Una persona, al adquirir cierto grado de conocimiento o profesionalidad en un ámbito concreto, se siente obligado a presumir de esos conocimientos, buscando solo errores en los trabajos de otros, y menospreciando todo aquello hecho por alguien que no tiene su mismo nivel de conocimiento o experiencia.
He decidido llamarlo "profesionalidad degenerativa" porque, conforme el individuo va haciéndose más y más profesional en un cierto ámbito, su carácter va degenerándose poco a poco hasta convertirse en un sumo tocapelotas que no tiene más remedio que ser repudiado por el resto de la sociedad (y en la mayoría de los casos, a morir en celibato, porque esa actitud altiva y perfeccionista ahuyenta a todas las hembras de su alrededor).

Digamos que Andrés es un cantante novato, sin conocimientos de música ni grabación, y hace una canción poniendo todo su esfuerzo en ella. Y Miguel es un cantante con mucha experiencia, con estudios musicales y conocimientos de sonido, que escucha la canción de Andrés por casualidad.

· Si Miguel sufriera "profesionalidad degenerativa"...
Escucharía la canción muy atentamente, fijándose en cada nota que canta Andrés, cada desafine, cada zumbido en el fondo, teniendo en mente el único objetivo de encontrar fallos para menospreciar el trabajo del pobre muchacho. Incluso, si es posible, inventarse fallos inexistentes para decírselos luego a Andrés y hacer que su trabajo quede como algo horrible en comparación con el suyo.

· Si Miguel fuera un auténtico profesional...
Escucharía la canción muy atentamente, fijándose en cada nota que canta Andrés, cada desafine, cada zumbido en el fondo, teniendo en mente el esfuerzo que el muchacho ha puesto en hacer la canción. Prestaría atención y reconocería los fallos, pero se los guardaría para él, pues se acuerda de que cuando él empezó también a hacer música, sus primeras canciones eran iguales o peores que la de Andrés. Al comentarle a Andrés acerca de su canción, aprecia su trabajo, reconoce el esfuerzo que ha puesto en hacerlo, y le da amablemente unos cuantos consejos para mejorar la próxima vez que haga una canción. Incluso muchas veces pasa por alto los errores, porque son pequeñas tonterías sin importancia que no varían en absoluto el producto final.

Miguel, llevado por su orgullo insaciable, en lugar de animar al inexperto Andrés y admirar sus esfuerzos, se centra en las cosas malascritica su trabajo y lo examina al milímetro buscando todos los fallos posibles para echárselos en cara. Y es curioso, porque la misma persona que se "degenera" y se enorgullece, es la misma persona que, tiempo atrás, no tenía ni idea de ese ámbito del que ahora presume tanto.

Además, la "profesionalidad degenerativa" afecta también al lenguaje de la persona que lo sufre: un estudiante que acaba de matricularse en Filología habla de forma que todos lo entienden, con jerga y palabras de la calle, y cuando termina la carrera parece que si usa una palabra coloquial está cometiendo un grave crimen. Pero no parece darse cuenta de que siendo así de perfeccionista, se ha "degenerado" y que lo único que hace es cerrar su esfera y repeler cada vez a más gente por "pesao", "cansino" o "listezas".

Los profesionales que guardan sus conocimientos humildemente y los usan con sabiduría son mucho más agradables que los que presumen y usan su "título" para elevarse sobre los demás. Es más, el profesional que es "campechano" y cercano al pueblo es mucho más querido y tiene más éxito que el creído y orgulloso. El auténtico profesional es aquel que ayuda a los demás a ser tan profesionales como él o incluso más.

De nada sirve el conocimiento si no sabes usarlo.

miércoles, 21 de enero de 2015

Autoexaltación

En la entrada anterior hablamos de un comportamiento curioso provocado por el orgullo: aparentar saber mucho pero en realidad no saber nada. Ahora voy a desarrollar otro comportamiento relacionado con la naturaleza orgullosa del hombre natural, un comportamiento que he bautizado como "autoexaltación" (o "creer que lo que tú haces tiene más merito que lo que hacen los demás por el simple hecho de que lo haces tú"): 
Un individuo habla de algo que él hace, y lo presenta a la otra persona como si esa tarea fuera la más difícil del mundo y como si nadie más pudiera hacerlo. 
Por ejemplo, Manuel estudia Magisterio y se encuentra con su amigo Alex...

Alex: Hombre, Manu! Qué estás estudiando ahora?
Manuel: Pues estoy haciendo Magisterio... pero es muy difícil, tío. (JAJAJAJA, Magisterio)
Alex: Acho, pues yo estoy pensando en meterme también a Magisterio...
Manuel: Es muy difícil, tío. Tenemos un montón de libros y trabajos que hacer, y te agobias mucho.

Si lo veis, Manuel está usando la "autoexaltación" para hacerse superior a Alex, diciendo que está haciendo una "carrera muy difícil" y haciéndole creer que él es el único que puede estudiar eso; Alex no podría estudiar Magisterio porque, según Manuel, "es muy difícil"; y Manuel es el único que tiene la capacidad necesaria para estudiar semejante carrera.

Pero...
Por qué hace eso Manuel? 
Qué instinto le lleva a "autoexaltarse" de esa forma tan descarada? 
Qué tiene de malo que otra persona estudie lo mismo que él? 
Tiene miedo a la competencia, a que Alex se meta a Magisterio y le quite el puesto, y por eso intenta pintar la carrera como "muy difícil", para desanimar a Alex y que no se matricule? 
O es que simplemente Manuel es un pedante orgulloso que siente la necesidad imperiosa de creerse superior a Alex?

Alex: Ya, tío... Pero bueno, todas las carreras son así. Hagas lo que hagas siempre vas a tener que leer libros y hacer trabajos.
Manuel: Ya, pero es que Magisterio es mucho... Además, tú no lo sabes porque no estás dentro, pero yo sí y ya te digo...

Ahora, para colmo, Manuel está usando la falacia del "yo estoy estudiando Magisterio y, por tanto, sé mucho más que tú sobre la carrera", frustrando cada vez más a Alex. Y eso no es lo peor. Lo peor es que Manuel le ha dicho a Alex que "él no lo entiende", anulando por toda la cara el conocimiento de Alex: Alex es inútil a ojos de Manuel, y solo Manuel puede estudiar Magisterio.

Alex: Pues yo conozco a mucha gente que estudia Magisterio y dicen que es bastante fácil.
Manuel: Qué va, tío.. Eso lo dicen para hacerse los chulos, luego todos esos suspenden. 
Alex (TROLL MODE ON): Y si tan difícil es, cómo es que tú estás estudiando eso, con la baja capacidad intelectual que tienes y la media de 5 que te sacaste en Bachiller?

MANUEL HA MUERTO. 

El orgullo del hombre natural le lleva a "autoexaltarse", a "levantarse más alto que los demás" y a proteger lo suyo diciendo que es algo muy difícil o algo que solo ellos pueden hacer. Así, aparentan tener una capacidad muy superior y eso les da gustillo. 

Cuando alguien hable con vosotros y empiece a "autoexaltarse", dejadle que suba, dadle la razón con que todo lo que hace es algo que solo genios como él pueden hacer, ayudadles a subir más aún su ego... 

Y veréis qué bien os lo pasáis cuando lo humilde sea exaltado, y lo exaltado sea humillado.


lunes, 19 de enero de 2015

El comentario de la falsa inclusión

Lo bueno de ser antisocial es que, cuando estás en un sitio público o con mucha gente, tú no hablas y por tanto escuchas el doble: escuchas incluso cosas que para todos los demás pasan desapercibidas. No quiero que confundáis el "escuchar atentamente vuestro entorno" con el "cotillear". Son cosas diferentes. En muchas ocasiones en las que yo estaba rodeado de gente, he podido analizar bastantes cosas del comportamiento y de las conversaciones que los humanos tienen entre sí. 

Todos sabemos que hay seres humanos por naturaleza tocapelotas y que piensan que lo saben todo. Una de las cosas con las que más disfruto cuando escucho a dos humanos hablar, es lo que he llamado "el comentario de la falsa inclusión" (o "comentario pa' hacerse el listo", para los que tenéis un vocabulario de esfera inferior). 
"Hay personas que, cuando alguien les habla de un tema concreto, sienten la necesidad de decir todo lo que saben de ese tema para hacer creer a la otra persona que ellos también saben de eso, cuando en realidad no saben nada pero su orgullo les impide admitirlo."
Por ejemplo, digamos que Pedro no tiene ni idea de matemáticas, pero conoce palabras como "logaritmo", "ecuación" o "integral", y hace tiempo que no ve a su amigo Juan, que está estudiando Matemáticas en la universidad:

Pedro: Qué, Juan, qué haces ahora?
Juan: Estudio Matemáticas en la uni, ¡pero es muy difícil! (aquí hay otra teoría que explicaré otro día)
Pedro: Claro, ya me imagino. Con los logaritmos, ecuaciones, integrales y todo eso...

Ahí es cuando Pedro ha introducido el comentario de la falsa inclusión: ha querido "incluirse" en los conocimientos de Juan, ha dicho todo que sabe acerca de las matemáticas para hacer creer a Juan que sabe de matemáticas, cuando en realidad...

Juan: ¡Ya ves, Pedro! Por cierto, sabes lo que es una integral?
Pedro: No.

¡JJJJJJJJJJÁH! Tu comentario de FALSA inclusión ha sido descubierto y usado en tu contra. Has querido hacerte el listo delante de Juan, haciéndole creer que tú también sabías matemáticas cuando en realidad, tanto tú como él sabíais que no. Pero tu orgullo te ha hecho decirlo, porque haber confesado que no tienes ni idea de matemáticas te habría hecho sentirte inferior, pero eso es algo impensable para ti, verdad? ANTES MUERTO QUE ADMITIR QUE NO SABES.

Y así va el mundo, todos saben mucho pero ninguno sabe nada
Tos flipaos.

jueves, 15 de enero de 2015

¡SILENCIO!

Ya en la edad del pavo noté que tenía una cierta "manía" por los sonidos de la gente al comer. Me ponía de muy mala leche el ver a alguien comer, por no hablar de la rabia que sentía por dentro al oír cómo masticaban o tragaban. Parecía que esos ruidos los oía mucho más fuerte que los demás, y tenía que ponerme auriculares con música bastante fuerte para intentar no oírlos; y aun así, esos desagradables sonidos seguían en mi cabeza. 

Escenas incómodas se creaban en casa, ya que apenas podía comer en presencia de mis padres: esta "manía" por los sonidos corporales parecía afectarme mucho más con mis seres cercanos que con los desconocidos. No podía controlarlo. Se me escapaban miradas enfurecidas hacia todo el que masticara muy fuerte, me agobiaba demasiado e incluso tenía reacción violentas que me llevaban a abandonar la habitación donde estábamos comiendo. A partir de ahí, mis padres se dieron cuenta de que tal vez sería mejor que yo comiera a una hora diferente o en otra habitación en la que no tuviera contacto visual ni auditivo con ellos. El volumen de la tele no era suficiente para camuflar esos horribles sonidos. 

Pero esta "manía" no era solo con los ruidos, sino también con los gestos. Me irritaba sobremanera el ver a alguien morderse las uñas o sacar la lengua para relamerse porque un poco de ketchup se le había quedado en el labio. Y cuando alguien comía con la boca abierta o mascaba chicle, mi mente ya iba planeando el asesinato de dicho sujeto. Empecé también a detestar el ruido de los besos (por favor, para darse un beso no hace falta hacer ruido, que parecéis ventosas), el ruido de alguien al crujirse los dedos, o simplemente el tener un sonido constante a mi alrededor. Pero pensé que era una "manía" mía... O eso me hacían creer.

Durante mi misión en Grecia y Chipre, tuve también un par de encontronazos con algunos compañeros. Uno de ellos hacía un ruido demasiado fuerte al beber agua, y le eché una bronca no muy agradable. Otro pronunciaba las letras T, P y S de una forma rara y a él también tuve que pedirle que hablara bien. 

Y así agonizaba hasta que volví a España y mi hermana me pasó un enlace de una web que hablaba sobre la "misofonía". La misofonía (o Síndrome de Sensibilidad Selectiva al Sonido) es un trastorno neurológico que provoca hipersensibilidad y reacciones irracionales frente a los sonidos cotidianos; o en otras palabras, que los ruidos cotidianos hacen que se te vaya la cabeza y quieras liarte a tiros con to' lo que se mueve. Viene del griego μίσος (odio) y φωνή (voz, sonido), y no se descubrió hasta los años 90. Es más, la misofonía no ha sido apenas estudiada y no tiene cura

La MAS-1 (Misophonia Activation Scale) es una escala que permite saber cómo de grave es nuestra misofonía. Y sí, yo he llegado hasta el nivel 9... Por suerte no he agredido a nadie, pero no lo descarto en un futuro.


Una de las consecuencias de la misofonía es la pérdida de vida social, ya que tu mente asigna el sonido odiado a una cierta persona, y a partir de ese momento quieres alejarte lo máximo de esa persona para "protegerte" a ti mismo. Los que padecemos misofonía nos sentimos apartados y muchas veces incomprendidos, porque es algo que casi nadie conoce y la gente piensa que es una simple tontería que se nos mete en la cabeza (como mi madre, que cuando me da la misofonía me dice "¡ya estás con tus manías!"). Y al no haber tratamiento, la única opción que tenemos para sobrevivir al entorno es el camuflar los sonidos con música fuerte, o simplemente aislarnos durante las comidas

Así que, si quieres volverme loco... 
Solo tienes que comer delante de mí.

martes, 13 de enero de 2015

Manda narices


De siempre me he sentido atraído por la cultura y el look de Oriente Medio, y uno de los rasgos más peculiares de esa zona, son las narices convexas: narices cuyo puente forma una interesante curva hacia el exterior. No diré narices judías ni aguileñas porque no son exactamente ese tipo al que me refiero. La nariz a la que me refiero es aquella en la que, si llueve, el agua quedará acumulada en el puente y poco a poco irá cayendo por la curva como si de una catarata se tratase. Una nariz con una buena sujeción para las gafas. Una nariz que, si un niño juega con un coche de juguete sobre nuestra cara, le sirva de rampa para que el coche vuele. Esa es la nariz a la que me refiero. No es tan ganchuda como las narices judías, ni tan respingona como la de Nicole Kidman.

Algunas personas se fijan en la mirada para determinar el atractivo de alguien; otras miran la sonrisa, y la mayoría mira donde no debe mirar. Pero yo, he de decir que lo primero en lo que me fijo es en la nariz.

Cuando realmente descubrí mi pasión hacia este tipo de narices, fue al ver una serie en la que aparecía María Valverde: sus curvas (nasales) me cautivaron locamente, y desde entonces no he vuelto a mirar de la misma forma a una mujer. Es más, hace unos meses fui al cine a ver Exodus, y he de confesar que estaba más atento a la nariz de la muchacha que a los jaleos de Moisés con Faraón.

Para colmo, tuve la suerte de ser llamado a servir en Grecia, un país de bellas narices. Pero fue en Chipre donde realmente pude ver con mis propios ojos lo que mi mente había estado idealizando desde hacía bastante tiempo: ¡qué narices!, ¡qué ganchos!, ¡QUÉ MARAVILLA! 

Lo peor de todo esto es que nadie te toma en serio cuando piropeas una nariz. Vas al Instagram de cualquier muchacha, y te encuentras comentarios de machos en celo piropeando todas las partes del cuerpo imaginables, y la nena contesta con un "Jajajaja graciaaaaas! :)"... Pero cuando vas y piropeas su nariz, piensa que te estás riendo de ella y tus palabras se las lleva el viento.















Y muchos estaréis pensando que el estar con una chica de nariz convexa tiene sus inconvenientes: que cuando la besas te clava la nariz en el ojo, que no la puedes mirar desde cerca a los ojos porque la nariz hace de barrera... Pero os puedo asegurar que acabaréis cogiéndole el gustillo. Y algunas incluso están acomplejadas con su nariz, diciendo que"es horrible" o que "les gustaría operarse", pero mira lo que te digo... Antes de operarte, ven a mí. No sé si será porque mi nariz no funciona y tengo complejo, o porque mi nariz también es peculiar y siento afinidad por las demás, pero lo que está claro es que me gustan las narices convexas por muy poco atractivas que les parezcan a muchos.

Las narices son armas de seducción masiva: no las subestiméis.

domingo, 11 de enero de 2015

La Teoría de las Esferas

La Teoría de las Esferas estipula que cada uno de nosotros pertenece a una esfera o dimensión concreta que limita nuestra interacción con el entorno y de la cual no podemos salir.

La esfera de un individuo define, entre otras cosas, su nivel de inteligencia, su sentido del humor o su concepción de la belleza. No hay dos personas idénticas, por lo que tampoco hay dos esferas idénticas. Si dos esferas son compatibles entre sí, serán atraídas la una hacia la otra. Si dos esferas no son compatibles, habrá una repulsión entre ellas o la sensación de que "no encajan la una con la otra".

Vemos a un otaku y pensamos "cómo le puede gustar tanto lo japonés", e incluso su forma de vestir nos parece "horrible", pero no lo entendemos porque lo vemos desde fuera de su esfera. Sin embargo, dentro de su esfera, el ser otaku y el ir vestido así es lo más normal.

EJEMPLO 1:
- Yo veo a Keira Knightley y pienso que es preciosa.
- Pedro ve a Keira Knightley y piensa que es horrible.
Cómo es posible? Si realmente es guapa, debería serlo para los dos.
Pero la concepción de belleza en mi esfera es diferente a la de Pedro en la suya.

EJEMPLO 2:
- Un cuarentón cuenta un chiste a otro cuarentón, y se parten de risa.
- Un cuarentón cuenta un chiste a un joven, y no le hace gracia ninguna.
Cómo es posible? Si realmente el chiste es gracioso, debería serlo para los dos.
Pero el sentido del humor en la esfera de uno es diferente a la del otro en la suya.

EJEMPLO 3:
- Yo explico la teoría de las esferas a Pedro, pero no la entiende.
- Yo explico la teoría de las esferas a Juan, y él sí la entiende.
Cómo es posible? Si realmente fuera comprensible, sería comprensible para los dos. Pero mientras a Pedro su esfera no le permite comprender ciertas cosas, a Juan la suya sí se lo permite, pues es una esfera superior a la de Pedro.

Es inevitable que unas esferas sean superiores a otras: una esfera superior tendrá una mayor inteligencia, una mayor comprensión y una mayor capacidad que una esfera de orden inferior. Eso no convierte a alguien de una esfera inferior en alguien más tonto, sino en alguien que, dentro de su esfera correspondiente, es muy inteligente: ha alcanzado el máximo permitido en su esfera y no puede comprender algo superior porque su esfera no se lo permite.

* Si no entiendes la Teoría de las Esferas, es porque tu esfera no te lo permite.

La Teoría de la Pokéball

En el Mundo Pokémon, hay unos objetos llamados "pokéballs" con los que un entrenador puede capturar y transportar pokémons. De la misma forma que un entrenador lanza la pokéball para capturar un pokémon, nosotros tiramos los trastos a alguien para conseguir una relación con él o ella. Podríamos decir que el entrenador somos nosotros, el pokémon es nuestra presa (o la persona a la que queremos seducir) y la pokéball es el proceso de cortejo. Nótese que un entrenador es, a la vez, un pokémon, puesto que también está sometido a los posibles pokéballazos de otras personas.

Hay entrenadores que lanzan la pokéball en cuanto ven al pokémon que les gusta, otros que tantean primero el terreno y luego lanzan la pokéball, y otros que entablan una fuerte lucha en la que uno de los dos acaba en el hospital. Por otra parte, hay casos en los que el pokémon rechaza la pokéball, otros en los que parece estar capturado pero se escapa, y otros en los que la pokéball acierta de lleno y el pokémon es capturado a la primera.

Ahora bien, en las Tiendas Pokémon hay una gran variedad de balls, pero las que nos importan a nosotros son la Pokéball y la Masterball. Las pokéballs son las más cutres y baratas, y no son muy duraderas: el pokémon será tuyo por un breve tiempo, pero pronto se escapará y será de nuevo libre. Las Masterballs son muy escasas y difíciles de encontrar, pero tienen la peculiaridad de que son infalibles y de gran duración: el pokémon será tuyo por mucho tiempo.

En otras palabras, una pokéball equivaldría a una relación momentánea (un rollo, un lío) y una Masterball equivaldría a una relación seria. Por esa razón, las pokéballs se lanzan a dos manos mientras que las Masterballs son un asunto más delicado y muy pocos se atreven a lanzarlas.

* Hay una alternativa virtual llamada "FAVBall", donde el entrenador marca como favorito todos los tweets del pokémon para atraer su atención y así preparar el terreno para una posible captura en el futuro.

La Teoría del Coche

"[...] Y todo aquello nos llevó a preguntarnos “qué éramos": si estábamos saliendo o no. Estaba claro que no merecía la pena iniciar una relación, puesto que como máximo duraría 5 meses, los 5 meses que me quedaban aquí en España. Aun así, estuvimos hablando sobre qué podíamos hacer y, en un momento de inspiración repentina, le expuse la siguiente metáfora:
“Estamos montados en un coche, y vamos muy rápido. Llegará el momento en que yo salte del coche en marcha a gran velocidad, y si tú no tienes puesto el cinturón, vas a tener un accidente. Tenemos dos opciones: nos ponemos el cinturón y conducimos con sumo cuidado, o nos estrellaremos los dos y sufriremos las consecuencias.”
Los conductores éramos ella y yo. El coche era nuestra hipotética relación. El cinturón era la precaución de no hacernos ilusiones, y mi salto en marcha sería mi salida a la misión; nuestra relación tendría un fin ya predeterminado, una fecha de caducidad. Si no se circulaba con precaución, si no controlábamos nuestros sentimientos, nos chocaríamos y lo pasaríamos mal ambos."
(Extracción de "Visto y no visto", Las memorias de Juanjo Fantoso, Marzo de 2013)

Si bien esta historia no terminó siendo felices ni comiendo perdices, sí que tengo buenos y agradables recuerdos de ella. Pero lo que nos importa ahora es otro asunto: la Teoría del Coche.

Desde aquel momento, la metáfora del coche se quedó grabada en mi mente, y he de confesar que me ha servido muchas veces para aconsejar a ciertos amigos que estaban en la misma situación que yo. Cuando no estás seguro de si quieres empezar una relación, cuando no estás seguro de cuáles son tus sentimientos, cuando sabes que la relación tendrá fecha de caducidad pero aun así quieres aprovechar al máximo el tiempo que estéis juntos... La Teoría del Coche puede evitarte serias roturas de corazón.

La Teoría del Coche estipula que las relaciones son como un coche, en el que piloto y copiloto son la pareja y en el que hay ciertos factores a tener en cuenta, como la velocidad, que sería la pasión de la relación. Además, lo más importante sería el cinturón de seguridad, que sería el "no hacerse muchas ilusiones" o el "andarse con ojo". Si no nos ponemos el cinturón de seguridad, tenemos una alta probabilidad de tener un accidente y acabar malamente: si no nos andamos con ojo, podemos acabar la relación con el corazón destrozado. En cambio, si nos ponemos el cinturón de seguridad, aun cuando tengamos un accidente tendremos una cierta probabilidad de salir vivos de allí, aunque está claro que es inevitable recibir alguna herida.

La mayoría de las veces, cuando la relación se acerca a su fin, el coche empieza a disminuir la velocidad: esto es, el amor empieza a enfriarse. En estos casos, uno puede ver desde lejos que algo no va bien, que el coche está perdiendo velocidad, y que tarde o temprano acabará parándose del todo. ¿Qué se puede hacer en esta situación? Saltar a tiempo. Cuando veas que el coche empieza a perder velocidad, y que por mucho que intentes acelerar no lo consigues, lo más sabio es saltar del coche en marcha, antes de que se pare en un desierto del que será difícil salir. Cuando veas que la relación pierde la ilusión del principio, que el otro conductor mira más al paisaje que a la carretera, que vuestro fin se acerca inevitablemente, SALTA y acaba tú con la relación, antes de que lo haga el otro. Seguramente el otro conductor ya haya pensado el cómo y el cuándo dejarte, por lo que le estarás haciendo un favor.

Y aun cuando todo vaya bien, que no haya ningún peligro en la carretera y llevéis una buena velocidad, NUNCA te quites el cinturón. En cualquier momento puede aparecer una cabra en el camino (una tercera persona) o puedes tener un pinchazo (desvarío mental de uno de los conductores) que os haga tener un grave accidente. Si te ves en peligro, SALTA. Si os veis en peligro los dos, SALTAD y terminad vuestro viaje antes de que ambos os arrepintáis. 

En mi caso con esta muchacha de bella nariz, los dos vimos el peligro venir de lejos. Yo me iba a ir del país, y ese sería el final de nuestro viaje. Podríamos haber seguido el viaje hasta el final, sí... Pero tal vez habríamos recibido importantes heridas que tardarían en curarse. Podríamos haber conducido lentamente con los cinturones puestos y, en el debido momento, detener el coche y bajarnos los dos, pero conducir a esa velocidad no nos habría permitido disfrutar del viaje. Ella hizo lo que consideró mejor, que fue bajarse del coche antes incluso de arrancar, y así ambos nos evitamos peligros innecesarios. Qué bonita me ha quedado esta entrada.

"¡Cuando empieces una relación, ponte el cinturón!"

...Hay que ver lo que dio de sí aquella metáfora del coche, muchacho.